martes, 15 de septiembre de 2009

Gazebo: ¿De qué sirve conocer?

Un gazebo es un pabellón de planta simétrica, generalmente hexagonal o circular, que comúnmente se encuentra en los parques, jardines, y en áreas públicas abiertas. Los gazebos se encuentran aislados, techados, y abiertos por todos los lados; proporcionan sombra, un abrigo de características básicas, función ornamental en un paisaje, y un lugar de descanso.

La compulsión es instinto. Es cierto que un instinto se puede crear. La reacción a las fobias es instintiva. Una fobia se puede crear. Un semáforo rojo significa esperarse un poquitín, no significa alternancia de paso. Es cómodo, es simplificado. La practicidad es lo mejor.

Hay un artista, Jake Fairley aka Fairmont, que publicó un EP llamado Gazebo/Gazelle, que incluía dos canciones con esos nombres. Durante un tiempo confundía al "Gazebo" como el macho de "Gazelle", aunque en inglés no hay distinción entre sexos. A friend is a friend, y luego averigua si es amigo o es amiga.

Hoy, repasando alguno de los discos que tengo desperdigados en el ordenador he escuchado el Gazebo/Gazelle. ¿Qué será un Gazebo? Pues ya lo sé.

La compulsión de querer saber las cosas puede ser instintiva. Un instinto innato (dudosamente) o una costumbre sanamente aprendida. El caso es que todos los instintos tienen funciones "buenas", dentro de la gravedad. El hambre es el instinto de la necesidad de comer, nos recuerda esa necesidad vital. La curiosidad nos recuerda la necesidad (real o creada) de conocer. ¿Qué hay allí que todo el mundo se acerca? ¿Qué habrá de cierto en todo esto?

En el sentido práctico, que yo ahora sepa qué es un gazebo es útil. Puede que no lo sea nunca, pero en todo caso no será negativo que yo lo conozca (en un sentido extremista podríamos entender que el tiempo que he perdido en saberlo lo podría haber empleado mejor, cierto es).

El control de los instintos, y sobre todo, el motivo para querer controlarlos. Nada hay de malo en controlar la compulsión de conocer (podríamos ser, también aquí, extremistas), no es como la joven que controla su instinto intentando dominar al hambre en una batalla autodestructiva en la que tanto el hambre como ella luchan en el mismo bando. Este sería un ejemplo de instinto creado, uno de tantos, por la sociedad.

Sin embargo, satisfacer la curiosidad por mero instinto, se llegue a dónde se llegue con el conocimiento adquirido no es más que repetir un esquema. Tengo hambre, como. Tengo sed, bebo. Tengo que cagar, cago. Tengo que conocer, conozco.

De aquí nace mi pregunta: ¿De qué sirve conocer? Si la respuesta es "matar al curiosidad", yo ahora mismo estaría violando a una chica.

La dignidad que como personas tenemos (o creamos, tampoco lo sé) nos empuja a lo siguiente: a distinguirnos de los animales, a ensalzarnos sobre ellos. Esto es cierto, estamos, por así decirlo, un peldaño más arriba (sin que esto nos dé derecho a nada): nosotros tenemos la capacidad de conocer y también la de no seguir nuestros instintos, la elegancia: escoger.

¿Sirve de algo? A la práctica, sí, pero la práctica no sirve de nada. Tal vez para conllevar la carga de la responsabilidad de escoger, pero así lo único que estaríamos/estamos haciendo es repetir un esquema, el de los instintos, con el agravante de que ha sido algo escogido.
Mucha gente sueña con volar libre como un pájaro. El pájaro nunca ha disfrutado de esta condición de libertad. Si pudiera, se sorprendería de ver cuántos lo anhelan.

Je ne sais pas.